Composición de la melancolía



Cuando el goce no es más que una antigua imagen
únicamente encontrada tras el desanimado hurgar
en tumultos de recuerdos, en absoluto contraste
con el inanimado presente,
hasta la última gota del ánimo se desborda
nublando incluso la más rígida mirada,
transformando súbitamente todo cimiento
sobre el que te creías fuerte.
Oscurecese el celeste cielo,
reemplazándolo por
un nostálgico azul melancolía
que aún adornando con dulce gracia el paisaje
no es más que el vivido reflejo del propio sentir interior.
Reflejada en los viejos cimientos, derretidos por la tristeza,
la propia silueta contemplas.
Y así la conciencia de la tan negada realidad
es apreciada en tercera persona,
al darse cuenta lo muerto por dentro y por fuera que se está.

In Memorian de una Ilusión



Seré el espejo de sus apatías
y estas el causal de nuestra disgregación.
Quebrantados en casi imperceptibles trozos
de sollozo y penurias
yacen sobre la inerte habitación
los retazos del malgastado empeño
de un deseante por retoñar del fracaso
anhelo de tan solo algo más
que con la propia sombra compartir.
Azotada bajo el chasquear
del inconsciente aunque no menos despiadado látigo
de un cegado violentador, dotado de incorresponido poder
facultado por uno mismo,
desgarra su último aliento de esmero
por el ya utópico deseo
de su andar con un tercero adornar,
mi ya exhausta alma, delega al sabio viento
Su futuro y devenir,
confiando un puñado del polvo
de sus ya desintegrados huesos,
y así viajar inmensidades hasta una
al menos de un tercero, sombra, hallar.

Metamorfosis de arbóreo


Y a veces quisiera mutar,
desvanecer la desgraciada forma
que en mi andar marchita el verde césped
tras la caída de mis corrosivas lágrimas,
en algo mejor, un árbol, porqué no.
Abandonar la razón humana,
perder el instinto.
No necesitar más que las saladas gotas
que del cielo, tarde o temprano,
indefectiblemente brotarán.
Despreocupar mi esencia de aquello que quizá
nunca tuvo sentido.
Ocupar tan sólo una pequeña parte
de un vasto jardín,
cautivando al menos a una persona
que a su verde consuelo acude.
Ser anfitrión de felinos,
hogar de graciosas aves que con su cantar
retribuirían el espacio cedido.
Tantos buenos motivos como para un tan simple
árbol desear ser.
Tan poco por lo que desear la animada existencia
aún desear preservar...
Fundirme en la eternidad del no volver a sentir jamás.

Nostalgias, preludio de un suicidio emocional.



Plasmandose sobre una fétida superficie
De cardiovascular silueta
Con supremacía se asoma por sobre el resto
De los amorfos sentimientos.

Siendo un inamovible halo de luz,
Que al descubierto deja las ruinas
De un desconsolado camino
Destrozado en nostalgias,
Que con omnipresencia vigila
Desde profundos y negros vacíos
Al alcanzarte impacienta, agraviado
Por el recuerdo de tu imágen.

Tiempo, impiadoso pulso
De incorruptible oscilación.
Agraviador de inestabilidades,
Cégame hasta tu terminar.
Distancia, inquebrantable crematorio
De tolerancia, sembradora de malestar,
Dormiré hasta tu muerte,
Para su figura reencontrar.

Alumbrada por luz de propia prodecencia,
Esculpida sobre marmóreas superficies,
Con magníficos detalles decoradores
De perfección, prominente eres.

Estira tu mano, aplaca sentires
Que agovian mi alma en autopersecusión.
Entibia mi razón, ofuscada en medio
De una gélida e injustificada imaginación.
Devuelve la vida a esta criatura
Que bajo el frío de tu ausencia
Frente al altar por tí construído

Su vida de aliento expiró.