Persistencia

¡Piérdanse en el triste vacío! Presos de la vergüenza que nunca debió ser, pudran los penosos restos de sí tras insólitos barrotes de labios cosidos con la punzante aguja del pudor. Más si no fuera por él la vergüenza sería suya! 


¡Piérdanse! Abandonen el recinto, más ya no son bienvenidos aquí. Hermosos rostros y prendas que supieron cautivar mi sentir hasta entumecer mi razón, hoy reniego de ustedes. Sensual perfume del cielo eran sus perlas hasta que hoy reveláronse con putrefacta verdad los frágiles hilos de los miembros que condicionaron tu libertad. Más no eran cielo, y por mucho menos perlas, sino oscuro vacío de profunda perdición. Y más fuerte es la fuerza de la negra pupila que el dulce zafiro que en principio se vio, siendo ésta la amarga trampa en que este ingenuo no reparó. 



¡Piérdanse! Volteo y aquí siguen, más no algo no entiende de razones aquí. ¡Piérdanse y dejen de observar! ¡Quiten sus manos de mí! ¡Piérdanse y retiren de aquí todo vestigio de su recuerdo en mí! Pues lejos su cuerpo su esencia perdura rondando senderos prohibidos con vanas palabras y jugarretas que ofuscan mi pensar. ¡Piérdanse! ¡Exijo lo que es mío! 
Devuélvaseme cada rincón de los transitados y caminos, no importa cuán lúgubre sea su final. 


¡Piérdanse! No hay lugar para ustedes aquí, en tierras injuriadas por caprichosas conjeturas, bastardeadas y pisoteadas por sus propios creadores. ¿Acaso no basta el desolado paisaje? ¡Piérdanse! ¡Repúgnanme ustedes y sus vulgares hilos, aquellos de pésima estirpe de títere viejo, del cual bien regañaban al un tercero asomar! 


¡Piérdanse! ¡Por más le intente no les puedo borrar!

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